Seudovisión
Eurovisión, es ese festival que nadie ve, pero que acabamos viendo todo el mundo. Anoche fuimos testigos de su más que pobre y estúpido mensaje. A unas canciones malas la mayoría, algunas con avaricia, como la ganadora, se les une el politiqueo absurdo de la vecindad, la afinidad ideológica o el simple odio entre los países participantes. Alemania presentó una buena canción, y quedó la última. La ganadora hubiera sido la inglesa, seguida muy de cerca por la española. La estulticia generalizada, la falsa solidaridad y esa manía de premiar la desgracia, como si regalándole el festival a Ucrania levantara el asedio ruso, acabaron de reventar un festival caduco, envejecido no ya en su puesta en escena, sino en su contenido ñoño y disparatado de falsa imagen. La canción vencedora fue una de las peores, por no decir que era mala de cojones. Ucrania venció gracias a los lastimeros votos de una población, que confunde las cosas.