La viuda es sueño, y los sueños pesadillas.

De joven me gustaba Triana. Luego el Betis. Por fin me hice Juancarlista. Con las revueltas catalanas me convenció Felipe VI, hasta llegué a creer que era mejor una monarquía, que una república presidida por Zapatero. Hoy, me pregunto ¿Para que sirve el Rey? Esa figura diluida en la Constitución que apenas si pasa de algo representativo. La ciudadanía no necesita una representación; prueba de ello es que jamás ganamos en Eurovisión. La ciudadanía precisa de un liderazgo político que embride a los sucesivos gobiernos, que les acote en sus desvaríos institucionales, que frene su corrupción, que genere trabajo y bienestar para la inmensa

mayoría. No veo ese liderazgo por ningún lado. Me siento huérfano, desamparado ante esta máquina abominable que llamamos políticos, que solo medra a costa del ciudadano, que destroza su futuro y amarga nuestro presente. Estamos solos, abandonados a nuestra suerte. Decía Calderón que la vida es sueño. Yo digo que mientras esto no cambie, la vida es pesadilla. Seguía Calderón con sus versos y añadía que los sueños, sueños son. Yo pienso que los sueños ya no lo son, han dejado de serlo desde que los españoles, nos quedamos dormidos en brazos de un Morfeo, que olvidó despertarnos a tiempo.