Sabemos que el agua hierve a 100º, pero lo que desconocemos es a que

Sabemos que el agua hierve a 100º, pero lo que desconocemos es a que temperatura hierve la sangre. No me refiero al punto de ebullición del viscoso líquido que circula por nuestras venas, sino al metafórico, al punto de aguante ante la cantidad de despropósitos al que nos someta la casta política.
Hoy he visto a un hombre que sentado en el suelo en actitud pedigüeña, demandaba unas monedas. Su aspecto y la caligrafía del cartón-pancarta con el que reclama la ayuda es diferente, no contiene faltas de ortografía, ni se advierte su posible origen rumano o desheredado de una sociedad, a la que tal vez no debió incorporarse, de la que quizá debió haberse informado antes de decidirse a abandonar su tierra patria. El mensaje era claro, rotundo y alarmante: “Ayúdenme, soy de Málaga”.
La miseria golpea en las aldabas de las casas desahuciadas, los que hasta ayer éramos personas que contábamos con un futuro, ahora nos vemos amenazados de quedarnos sin presente. Mientras tanto, unos directivos, unos trepas, unos arrimados al calor del ascua institucional que han corrompido, asaltado y asesinado el futuro de muchos, cobran indemnizaciones millonarias.
Sigo preguntándome ¿a que temperatura hervirá la sangre?, al menos la sangre española.