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Los franceses tras guillotinar a los borbones se descolgaron con un lema que

por el príncipe de las mareas

Los franceses tras guillotinar a los borbones se descolgaron con un lema que defendía la igualdad dentro de una triada de buenas intenciones. Dos siglos después un iluminado de León se sacó de la manga un ministerio al que denominó con esta consigna. Puso al frente a una iletrada de conocimientos básicos y enchufes varios para no dejar caer en el olvido el nepotismo que siempre ha caracterizado al género humano en sus asuntos laborales, empresariales o económicos. La cosa parece que fraguó, y ha llegado a alcanzar una popularidad tal, que hasta los más escépticos hemos llegado a conocer la reducción al absurdo para afanarse los dineros públicos. Así, se encarga a una agencia, una academia o una comisión de expertos, para que diagnostiquen si se incumplen las doctrinas igualitarias en cualquier disciplina que no conste como olímpica. Comenzaron con esa coletilla de masculino/femenino, para designar a todo lo que tuviera tufo de progre. Compañeros/compañeras, trabajadores/trabajadoras, idiotos e idiotas… Luego se amplió a la propia etimología de la lengua, tal que no se puede decir jefe o estudiante, sino que habrá que emplear la jefatura o la comunidad estudiantil. Todo ello bajo el más estricto sentido de igualar a las personas bajo un mismo manto de estulticia redomada y adoctrinamiento secular que lleva visos de convertirse en religión, si mariano no lo remedia.
La igualdad está muy bonita como lazo de celofán, figura de porcelana china o abeto decorado con esmero navideño, pero en términos reales pasa de utopía a falacia. Supongamos que naces en la India en el seno de una familia de casta intocable, no te equipara a los brahmanes o chatrías, ni el mismísimo Elliot Ness. Pero no hace falta llegar tan lejos en la distancia, esta teoría es válida entre los que se levantan cada mañana bajo la misma ilusión de acercarse a la oficina del INEM. Aquí tenemos otras castas, otras clases sociales en las que encuadrarnos: Pensionistas, inmigrantes, parados, funcionarios y políticos. Si en el sorteo de la vida te ha tocado político, ya puedes encomendar tu alma a los infiernos, pues la acabas de vender al mismísimo Belcebú ¿A cambio de qué? De vivir a cuerpo de borbón, que no debemos confundir con beber bourbon hasta que el cuerpo aguante.
Te ha tocado político y no necesitas un cinco para iniciar el juego, sales con tu escaño bajo el brazo y comienzas a vislumbrar las oportunidades que te depara la igualdad. Así, si eres empresario y tu empresa va a pique, entras en concurso de acreedores y puede que con suerte termines en la cárcel. Si eres político no solo no pisas la cárcel, - a no ser que un juez se quiera vengar por un ministerio birlado en sus narices- sino que te premian con un puesto en el Consejo de Estado y te pagan un pastón de por vida. La igualdad llega a tal extremo que si te apropias de algo ajeno cuyo valor supere los 400 euros, puedes terminar procesado, si te apoderas de 400.000 y eres político, no correrás la misma suerte, ya que la igualdad tiene resortes para que eludas el castigo. Un juez es inamovible, por tanto si te toca en suerte te expones a que te enjuicie. Si eres político la cosa cambia. La norma dice que el juez es inamovible, cierto, pero ¿Y el fiscal? La fiscalía está politizada y jerarquizada para que no haya riesgos de caer en manos de ese juez que parece honesto. El juez necesita de una parte acusatoria antes de iniciar la fase oral, y como aquí no somos aficionados a personarnos en causas que no nos atañen directamente, pues dejamos este menester en manos del fiscal. Este acusará en el caso de tus 400 euros, en el caso de tu concurso de acreedores, en el de la evasión de capitales y en cualquier acción delictiva que lleve el marchamo de no político. Cuando el presunto está dedicado al noble arte de representar a su pueblo movido por el altruismo más sincero, la cosa cambia. Que te acusan de vender faisanes a golpe de móvil, el fiscal no solicita tu presencia y el juez se queda sin acusación; que te pueden acusar de asalta gasolineras en vehículo oficial y llevar a tu primo de chofer, pueden ocurrir dos cosas: A. que el fiscal es honesto y quiere hacer su trabajo, el poder político lo retira del caso alegando cualquier falacia, o lo traslada para que investigue la muerte de Paquirri. B. que el fiscal es afín a la causa, no hay mayor problema, no ve indicios de delito y a esperar que la causa caduque y se archiven las diligencias.
Ha quedado claro que la igualdad existe, de hecho en un Estado de derecho como el nuestro, puedes igualarte con cualquiera. Que al funcionario le bajan el 5% del sueldo, al político se le sube el 20%, por aquello de compensar las bajadas con las subidas. Que te suben el transporte por que el petróleo está por las nubes y los impuestos por el firmamento, ellos, los políticos viajan gratis; gratis, no, que lo pagamos todos con eso que siempre se escribe con siglas y suele comenzar por I: IVA, IRPF, ICIO, ITPAJD, IS…Cuando no se recurre al método de atracarte armado con un radar en una carretera fría y desangelada.

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