Decía Pérez Reverte que los héroes están cansados. Yo añadiría que el

Decía Pérez Reverte que los héroes están cansados. Yo añadiría que el conjunto de españoles estamos cansados, héroes, ciudadanos de a pie, metro o autobús de línea regular. Estamos cansados de que cada vez que cambia el gobierno nos remuevan las garantías constitucionales, los mecanismos de arbitraje de nuestra relación con la cosa pública. No es de recibo que el gobierno de turno, ese que en teoría sale de las urnas como lo haría un conejo blanco de la chistera del prestidigitador, se nos descuelgue con una batería de cocina. Perdón, quería decir una batería de medidas ajustadas a sus gustos, a su pensamiento único.
Hay nostálgicos que recuerdan el antiguo régimen como lo haría el marques de Santillana, evocando el recuerdo de un pasado mejor. Hay nostálgicos de Paracuellos, donde Santiago Carrillo se fraguó su pasado denostado, y los hay que aún creen que la imposición sigue siendo la mejor manera de callar la disensión. La nostalgia no es receta que deba prepararse en cocina pública, no es una buena idea aferrarse a los cambios venideros, si éstos vienen plagados de una intransigencia marchita.
Cuando se pergeñó la tan laureada Transición, no hubo ese consenso tan cacareado, más bien supuso una constatación de que los rencores se aparcaban en doble fila, que las ideas atascadas en un pasado futuro, serían traídas a la primera oportunidad. El gobierno de Zapatero supuso una constatación clara y rotunda de que el resentimiento volvía por sus fueros. Luego llegó Mariano manostijeras con sus medidas de control, con su idea preconcebida de que semejante aquelarre debía enterrarse y alzar de nuevo la tijera de guerra contra las garantías aferradas a los bajos de unas ideas demasiados progresistas.
Conste que me pareció nefasto el infame Zp, conste que su defenestración era necesaria, pero de ahí a deslucir con gestos inequívocos y a golpe de legislación lo que viene siendo la seguridad jurídica, va un trecho. Rajoy ha optado por un gobierno de tecnócratas en ciertas áreas como la educación, la economía, y a cada cual va peor, ha nombrado a un híbrido de ideas en Justicia, y como nos descuidemos nos penaliza por toser cerca del Consistorio, creer que los derechos fundamentales son inviolables y tomarnos la libertad de opinar contra ese pensamiento que no es único, es compartido por todos y cada uno de esos que se han erigido en un estamento intocable, una casta maldita por sus actos.