Viva el vino y las mentiras

Lo de prohibir el consumo de vino en las comidas baratas, solo se explica si se pone en contexto con la reforma pretendida sobre la Comisión de fondos reservados. Todo el mundo sabe, que el vino que te ponen en el menú del día, es el mismo que el del Mercadona o el Aldi: vino peleón. Puestos a pelarse, sus señorías andan a la gresca con el supuesto espionaje del CNI a ciertos partidos periféricos. Lo de periféricos es como la visión de las moscas, que abarcan todo el espectro visual. Ver, saber, conocer que se cuece en las calderas de la Inteligencia Española, no debe resultar práctico. Al menos, resulta temerario. ¿Qué pensaría el socialismo de los ochenta si los etarras conocieran de los entresijos del GAL? ¿O qué pensaría el ministro del Interior si los golpistas hubieran tenido acceso a sus planes en 2017? Lo del vino barato puede suponer una anécdota, una nueva estupidez del señorito comunista que vive del cuento sin haber escrito ninguno. Pero, si a sus salidas de tono le añadimos las reformas previstas por un gobierno, capaz de vender hasta su propia historia si ello le salva del enojo de sus socios, tenemos una comidilla callejera y popular cuyo tema de conversación sea el vino peleón y no las traiciones del felón.