De asesinos va la cosa

Al hilo del asesinato del pequeño Gabriel. Vivimos en una sociedad en la que una hija de puta mata a un niño, un hijo de puta mata a su pareja, un hijo de puta mata a unos chavales en un pantano, un hijo de puta mata a Marta, a Diana, a Rocío o al anciano al que quería robar. Y la ley les condena a prisión. Pero también un hijo de puta alienta la rebelión, el enfrentamiento entre españoles y aboga por una guerra que se lleve por delante a muchas martas, muchas dianas, muchas rocíos, muchas parejas y muchos ancianos, y la ley no solo no los condena a prisión, si no que les permite cobrar unas cantidades obscenas en sueldos. Hoy todos quieren matar a la hija de puta de la tal Ana Julia, pero pocos quieren ver en prisión a los que tal día como hoy, pusieron sobre la mesa cerca de 200 muertos en un atentado vergonzante. Hoy, algunos alaban a los asesinos de niños en la casa cuartel de Zaragoza, en santa Pola, o en Hipercor de Barcelona. Hoy, se permite que un rebelde frentista catalán cobre un dineral, que un criminal como Otegui nos de lecciones de moral, que unos cargos electos aboguen por matar a los viejos, que premien las gracias del que pide que se maltrate a las mujeres hasta hacerlas sangrar, que voten en contra de erradicar a los asesinos, violadores y cualquiera que atente contra la integridad de las personas. Gabriel ha sido asesinado, sí, pero si de muchos dependiera, seríamos asesinados otros tantos. Por viejos, por mujeres, por españoles, por ateos, por cristianos, por dependientes... La gente no mata más, porque el pudor les contiene, y ese pudor esta sujeto a la ley. Como decía en gran Gila: En la guerra te hartas a matar y la policía no dice ni pío.