Votar o votar, esa es la cuestión

~~ Huyendo de las contrariedades nos hemos aposentado en una realidad contradictoria. Pretendíamos mayor bienestar, un mejor presente y un futuro para nuestros hijos, y nos hemos metido de lleno en un dédalo de caminos inciertos donde solo uno nos llevará a la debacle. Ese bienestar se cambió por un bien está, lo que bien acaba. Ese presente mejorado no es más que un lamento continuo; y ese futuro añorado lo hemos convertido en una barrera infranqueable por aquellos a los que pretendíamos proteger. Nos cuentan que ellos son la generación perdida ¿Y nos quedamos inertes? ¿Acaso no vamos a mover un solo dedo para impedir que sus vaticinios malditos, acaben arrastrándolos al pozo de una realidad ominosa? Creemos que no podemos enmendar el rumbo de esta nave que se dirige sin enmienda, hacia los arrecifes del caos. Pero eso no es más que un ejercicio de inmovilismo espiritual, un no querer contemplar el horizonte y ver, que tras esa línea interminable, hay montañas mucho más altas que escalar. En tiempos de inestabilidad emocional y económica, surgen aventureros que nos venden un bálsamo a precio de saldo, un lenitivo tan envenenado, que estaríamos vendiendo nuestra alma al diablo por una cantidad irrisoria. Y yo me pregunto ¿Si el alma es etérea, inmortal y no tiene más valor que el que la conciencia o la fe quiera darle, por qué no aprovechar la oferta? A cambio de mi voto me prometen la felicidad eterna, el advenimiento de la gracia y la solución a todos mis problemas. Todo por el simple acto reflejo de entregar mi confianza a unas siglas o una palabra, sin más compromiso que el de cambiar lo que no me gusta, por lo que tampoco me satisfará. Sí, una vez enajenada mi alma seré excomulgado y expulsado de un edén imaginario donde llegar a fin de mes supone una realidad de difícil consecución. Cambiar el desierto celestial por el infierno de los advenedizos, esa es la cuestión.