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Tal vez sea un cuento

por el príncipe de las mareas

Cuando ha pasado por la cocina se ha encontrado a su hermana pequeña metida dentro de una caja de leche, y chupándose el dedo pulgar de la mano derecha. Parece que el sabor de su propio dedo la deleita de tal manera, que con los ojos entornados se encontrara en trance. No ha realizado el menor movimiento al paso de su hermano, ha permanecido en la misma posición sin renunciar al placer de chuparse el dedo acariciándose las pestañas. Jesús la mira con una sonrisa y continúa su camino, unos pasos más y entra en el salón donde su madre está poniendo la mesa, su hermana mayor acomodada en el sofá no levanta la cabeza del libro que tiene abierto por la página que trata sobre el Helenismo.

- Llama a tu hermana que vamos a comer.

- Laura, mamá dice que vengas a comer.

- Para dar voces también me valgo yo, te he dicho que vayas a avisarla a la cocina.

Tras las pertinentes maniobras para salir de la caja que utiliza como medio de transporte hasta el mundo de los sueños despiertos, la pequeña sale en pos de su hermano. Hoy el impertinente aparato permanece apagado, la familia se dispone a dar cuenta de lo preparado por la madre ¡Sorpresa, no hay quejas relativas al menú!, hoy nadie está dispuesto a caldear el ambiente con comentarios tales como: “Otra vez macarrones, si los pusiste hace dos días”, “sin tomate no me gustan”; “hace una semana que no los comes”. -El padre se vería obligado a intervenir-: “Solo os gusta la carne, os va a salir por las orejas”.

En vista de que las cosas están tranquilas la amenaza viviente se decide a hacer alguno de sus comentarios, la hija mayor reirá las bromas, Jesús permanecerá con su cara de palo y la pequeña empleará sus energías en ponerse la cara perdida, con lo que esté intentando llevarse a la boca

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