La agresión a Rajoy, va más allá de una simple “niñatada”

. Rajoy no es cualquiera, se trata del presidente del gobierno de una nación democrática en la impera el Estado de Derecho. Lo primero que colijo del asunto, es lo mal que han actuado los encargados de su protección. Si un descerebrado puede acceder a él y agredirle con tal impunidad, ¿qué será del resto de españoles ante cualquier intimidación? Por qué no debemos olvidar que estábamos hace unos días en nivel 4 de alerta por amenaza terrorista.

Lo segundo, sería esa sensación de fracaso como sociedad. Parece ser que todavía no somos capaces de asumir que una guerra que asesinó a miles de españoles a manos de sus propios compatriotas, debería haber sido erradicada del pensamiento. La confrontación más allá de las reglas del juego deben ser proscritas, y la violencia no se ajusta a regla alguna; al menos, a las que se dictan en naciones avanzadas. Sí, ya sé, que alguno me saldrá con la violencia policial. Esa violencia no es más que la coerción de la que dispone el Estado para enfrentar ciertas actitudes que no atienden a palmaditas en la espalda.

Lo tercero, y no alejado de lo segundo, es que nuestra clase política carece de ella. Si las leyes de educación se consensuaran, si el bienestar social fuera una obligación primordial, si el interés general se interpretara sin connotaciones militares, tal vez, y digo tal vez; los ciudadanos tendríamos una concepción distinta y más favorable de nosotros mismos, y de os que nos gobiernan.