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Día de la hispanidad

por el príncipe de las mareas

Los mismos que ven bien que dedique un día a la patata, a la croqueta o a la estupidez, ven con malos ojos que se conmemore el día de la hispanidad. La imbecilidad no es una enfermedad, la idiotez sí. Así, que los idiotas pueden ser disculpados, los imbéciles no. Cuando los imbéciles tocan poder, les ocurre lo mismo que a los vampiros del cine cuando tocan la cruz: se queman. No, no lo hacen como sinónimo de hastío, cansancio o depresión, lo hacen en el más estricto sentido de estigmatización. No concibo dejar en manos de un labriego el trabajo de orfebre, como tampoco dejar en manos de un imbécil, los designios de un colectivo de ciudadanos. De Cádiz partió Colón en su segundo y sucesivos viajes en pos de las américas, a Cádiz llegaron tesoros allende los mares. Cádiz hoy es gobernada por uno de esos que llama genocidas a los conquistadores españoles. Cortés dominó Méjico con poco menos de doscientos españoles, el grueso de sus tropas eran Toltecas. Hoy hay más de 500 millones de hispanoparlantes, de los cuales una inmensa mayoría lleva sangre de los pueblos precolombinos. La peste negra que asoló Europa en el siglo XIV no era genocida, ¿Por qué lo iban a ser las enfermedades que mermaron a los indígenas americanos? Ser español no solo consiste en residir dentro de las fronteras patrias y cobijarse bajo el paraguas de la ley nacional. Ser español es sentirse digno heredero de aquellos que nos precedieron en la historia.

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